Matrículas

Aparte de la identificación del vehículo, las matrículas españolas que entraron en vigor en el año 2000 no sirven para ningún otro fin.

Antes, cuando te topabas con un vehículo que no era de tu provincia, prestabas especial atención a cómo conducía. Al no ser de la zona, cualquier comportamiento extraño en la conducción podría ser aceptado, pues se entendía que al ser de fuera desconocía el entorno.

Lo mismo ocurría cuando te cruzabas con un coche de tu misma provincia en un paraje lejano. Había quien saludaba con ráfagas o con la bocina. Era una cortesía simpática, que hacía más llevaderos los kilómetros que áun faltaban hasta el destino final.

El nuevo sistema elimina completamente esta fabulosa pista visual. Ahora cualquier vehículo es culpable de cualquier acción, sea o no de la provincia. En ciudad o en carretera, ahora todos son desconocidos y no hay perdón ni simpatía.

Como curiosidad, la extensión del sistema anterior alcanzaba incluso las antiguas colonias españolas. En el Sáhara Occidental, Tánger o Sidi Ifni también usaban el mismo sistema:

Alemania, Francia, Italia y otros muchos países fuera de Europa emplean sistemas de matriculación que conservan la identificación de las provincias.

Nosotros ya no tenemos vuelta atrás…