Diseño casero para tus usuarios
Cuando te ofrecen de postre flan en un restaurante, ¿qué suele ser lo primero que preguntas? Probablemente si es casero, si está hecho a mano, con cariño y tiempo o si es industrial, hecho de forma artificial, por máquinas. Cuando te llega, incluso agradeces esa forma desigual que tiene, dando a entender que efectivamente han sido manos humanas las que le han dado forma al dulce. De alguna manera preferimos lo que tiene pinta de estar hecho en casa, lo casero triunfa.
Y a veces pienso que en Internet pasa casi lo mismo.
Date una vuelta por el diseño de las empresas que más triunfan en Internet, verás: eBay, Google, Craiglist o hasta Amazon tienen un diseño sin grandes pretensiones visuales, todo muy enfocado a la funcionalidad. Soy capaz incluso de imaginarme discusiones alrededor del estilo de los enlaces, por ejemplo, y casi veo la conclusión a la que se llega: “Somos una compañía que se tiene que adaptar a todo el planeta, todo el mundo nos utiliza. Tenemos que asegurarnos de que cualquier persona sabe utilizar nuestros servicios sin problemas”.
Es casi como fabricar una silla (destinada a sentar a cuantos más humanos mejor): para que una silla cumpla correctamente su función esta debe adaptarse a las medidas antropométricas de la población general (que en Ergonomía estaría entre los percentiles 5 y 95).
Si estás planteándote un servicio web dirigido a un amplio sector de la población quizás deberías por lo menos recapacitar sobre este detalle. No todo el mundo es nativo digital ni tiene por qué conocer ciertos patrones que a priori deberían estar interiorizados. A veces esos efectos visuales que te llenan de satisfacción pueden llegar a ser un freno para los que usan tu servicio web. A nadie le gusta estropear algo bonito y puede llegar incluso a imponer cierto respeto tocar sobre algo atractivo cuando se es consciente de que no se tiene la experiencia necesaria: “Peligro, no tocar”.