Manía a los taxistas

El otro día me sucedió una cosa curiosa: estaba en el centro de Madrid y me disponía a coger un taxi. Frente a mi había uno que estaba acabando un servicio parado en el carril Bus, el clásico Skoda. Por detrás venía otro en marcha, pero este era un Mercedes. No me lo pensé dos veces y alcé la mano, pero con la intención de coger el Mercedes, no el Skoda. El taxista del Skoda, viendo la maniobra, empezó a marcarse ráfagas con las luces insistentemente y a pitar, como diciendo (no sé si a mi o al conductor del Mercedes que ya estaba parado frente a mi) que él estaba primero, y que era ahí donde de debía montarme. Cada uno elige lo que paga, o al menos así debería ser.

Y fue en ese momento cuando me di cuenta de porqué le tengo tanta manía a los taxistas. Y creo que no exagero si hago extensible esa manía al resto de usuarios de taxis de Madrid. Y es que en el fondo la manía no es al taxista, sino al taxi…
Los taxis Skoda (y por extensión los SEAT Toledo y similares) de Madrid transmiten una imagen poco “glamourosa” de la ciudad. No apetece cogerlos, suele oler a rancio en su interior y siempre hay algún chirrido que sale de no sé dónde, dándote el coñazo durante el viaje. Cuando conduzco por la ciudad y tengo uno de estos frente a mi, presto atención extra, tratando de anticipar la maniobra sorpresa que suelen tener preparada. Son gente que suele estar subcontratada por un patrón que tiene una flota de varios vehículos. Y eso se nota en el servicio que ofrecen.

El conductor del Mercedes me cobró lo mismo que me habría cobrado el otro tipo. Pero además me ofreció un razonamiento obvio del porqué eligió ese modelo: los usuarios suelen decantarse por un Mercedes cuando ven venir varios a la vez libres. El taxista era consciente del coste superior en mantenimiento que tienen este tipo de vehículos, pero prefería ofrecer un servicio diferenciado, en el que el cliente estuviera a gusto y satisfecho, que se bajara contento. A lo mejor – decía él – gano un poco menos, pero quiero tener un coche a la altura del servicio que me gusta ofrecer.

Y al final pagan todos los del gremio, por desgracia. Pero la realidad es que los que tienen estos modelos de “taxi económico” transmiten una imagen de un servicio poco cuidado, que no está a la altura de lo que pagas. Habrá muchos que ofrezcan un servicio impecable, con el interior del coche niquelado, pero eso no es suficiente, y no lo es porque no se ve desde el exterior, a pie de calle, que es desde donde se coge el taxi…

Madrid debería apostar por otros modelos de taxi, que miren menos el mantenimiento del vehículo y primen más la experiencia de viajar en un taxi, por la capital de un país europeo (y aquí el Ayuntamiento debería aportar su granito de arena, claro). Quizás deberían existir incluso varios colores, acordes con el estado anímico de los clientes, ¿para eso sirven los colores, no? Creo que con la cantidad de letras, bandas y luces que un taxi porta, se podrían distinguir perfectamente aunque fueran de otro color. Seguro que nos alegrarían más la vida y a lo mejor harían más servicios.

En una ciudad la movilidad es prioridad #1, y Madrid debería ofrecer un servicio de taxis acorde con la imagen internacional que pretende transmitir. Que estos Skoda sean los taxis que mayormente se vean cuando uno llega desde el aeropuerto de Barajas, me parece que transmite una imagen poco positiva de la ciudad (sin mencionar las peloteras que se montan por “cazar” a los clientes, que eso es otra historia).

No les tenemos manía a los taxistas, les tenemos manía a la caspa que transmiten esos Skoda. O así lo veo yo…

La foto, de PepeZoom.