Hoteles con encanto: a las 12h en la puerta

Si hay algo que irrite a quien viaja (que levante la mano quien no lo hace) es el ridículo estándar que se aplica en la mayoría de los hoteles, de cualquier categoría, donde la hora de salida de la habitación en la que has dormido está marcada a las 12h del día siguiente, a veces incluso antes. Da igual que hayas llegado a las 9 de la noche o a las 3 de la mañana: a las 12h del día siguiente tendrás que estar sí o sí con la maleta fuera de la habitación, a no ser que quieras pagar ese cargo por el tiempo extra que has pasado en la habitación. Lo creamos o no, esta idiotez viene provocada por la falta de rotación del servicio de limpieza y, por este detalle, somos los clientes los que andamos de cabeza.

No hace falta ser ingeniero para darse cuenta de que no tiene ningún sentido: Los hoteles deberían facturar por franjas de 24h, que es lo justo. De la otra manera no deberíamos pagar lo mismo entrando en una habitación a las 12h que entrando a las 18h, son 8 horas menos de uso de la habitación. Y lo peor es que lo más normal es que a las 12h no puedas ni hacer uso de la habitación que has reservado, “porque aún se está limpiando”…

Pero no toda la Galia está ocupada: aún hay una pequeña región, la India, rodeada de campamentos romanos, que se resiste al invasor y que ofrece un servicio fantástico (vía Isabel Inés) denominado «Check-out time is check-in time», que en cristiano quiere decir que sales de tu habitación a la misma hora a la que entraste el día anterior, como es lógico, normal y sobre todo justo. Ese es el hotel perfecto (y el que no te roba cobrándote la wifi, claro).

Hay poca documentación al respecto, pero no deja de ser interesante la lectura de este post, donde anuncian como novedad una iniciativa similar a la que menciono arriba, pero esta vez en Dubai: Revolutionizing checkout, annoying the housekeepers: The 24-hour stay.

Un ejemplo más de la inexplicable incapacidad humana para rehacer procesos obsoletos, que permanecen agarrados al pasado incapaces de adaptarse al funcionamiento global del mundo en el que nos ha tocado vivir.