A vosotros también os habrá pasado: estar en una comida con amigos o colegas de trabajo y de repente ver que por un momento, mientras hablas no te escucha ni dios, ni te miran, están todos con sus ojos enfocados en el teléfono, respondiéndote con un “Ahum” o “Siimm”, dándote a entender que sí, que te están siguiendo, pero sin soltar el cacharro, pendientes del Mail/Whatsapp/Instagram/Twitter/Path/Facebook o de enfocar el aparato para hacer la foto del plato perfecta o de encontrar en la Wikipedia cualquier chorrada que ha surgido en otra conversación.
Esta situación también es muy recurrente entre parejas y genera las cada vez más habituales crisis del “no me haces ni puto caso” o “para qué coño te comprarías este cacharro”. Cuando uno se “desengancha” lo empieza a ver desde otra perspectiva: se trata de una absoluta falta de respeto y educación para el que tienes delante, lo mires por el ángulo que lo mires.
El problema es que al ser una situación tan reciente, no es visto como una falta de educación (al menos en nuestro país, en otros ya existe etiqueta para esto), pero lo es, desde luego que lo es.
Pero es que además es un problema que cada vez gana más adeptos. Los que adquieren un teléfono “inteligente” se sienten incapaces de desviar su atención del dispositivo y cualquier motivo y situación es el momento ideal para desenfundar el cacharro y empezar a darle a la tecla (gran culpa de esto la tienen las notificaciones). El problema es especialmente grave en los hombres; si hay alguna mujer leyendo este post sabrá de qué estoy hablando…
¿Qué nos está pasando? ¿Será que el origen está en ese miedo a perdernos algo (como brillantemente describió Alberto Knapp en El País)? ¿Serán simplemente las notificaciones? ¿Hay algo que podamos hacer nosotros, los que definimos apps para todo tipo de dispositivos, para evitar este tipo de situaciones? ¿O habrá que esperar simplemente a que todo fluja de forma orgánica y natural y se empiecen a generar las correspondientes etiquetas para este tipo de situaciones?
Existen iniciativas fabulosas que tratan de tocar el origen de este problema y que están consiguiendo resultados sorprendentes, como el movimiento Phone Stacking, “un juego que pretende acabar con la adicción al WhatsApp y a Twitter con una misiva muy clara: el primero que toque el móvil en la mesa, paga la cuenta”.
La foto la he cogido del NYT, de este artículo que también merece una lectura: Play With Your Food, Just Don’t Text!
Muy acertado, completamente de acuerdo.
Amén a este post. Auténtica lucha diaria tengo yo. No puedo con ello y estoy de acuerdo, es una total falta de educación y respeto.
¡Qué tiranía madre!
Mi solución es desactivar prácticamente todas las notificaciones del móvil.
Olga, a lo mejor es más fácil tirar el móvil a la basura! Lo veremos?? 🙂