La potencia de lo analógico

La semana pasada la tormenta Desmond asoló el noroeste de Inglaterra. Os podréis imaginar el resto: lluvias torrenciales, ríos completamente desbordados, pueblos inundados y vientos casi huracados. Un caos.

Lancaster fue una de las poblaciones especialmente azotada por esta borrasca, donde sufrieron importantes cortes de energía que dejaron a la ciudad sin luz durante horas y… Sin cobertura móvil.

Para muchos ciudadanos el mejor recurso para estar en contacto con los suyos fue utilizar directamente las escasas cabinas de teléfono que aún sobreviven en la zona. Para unos era un momento revival: volver a utilizar las viejas cabinas que desde hace años forman parte inerte del mobiliario urbano de muchas ciudades.

Pero para otros, los adolescentes, era el primer encuentro de sus vidas con estas cabinas. Según mencionan los medios locales, muchos se enfrentaban, por primera vez, al uso de las tarjetas telefónicas de prepago, por ejemplo. Me hubiera gustado ver ese momento en directo. Supongo que algo parecido a cuando les pones frente a un teléfono con dial.

La ausencia de la tecnología digital puso de nuevo encima de la mesa la potencia de lo analógico y demostró una vez más que hay cosas que se resisten a ser enterradas por el paso del tiempo, pero además por pura necesidad vital.