Tenerlos bien puestos

Cuando empecé a trabajar por mi cuenta (y con este año que comienza entramos ya en el quinto consecutivo), tuve claro que mis primeros proyectos deberían ser en el extranjero. Creía que la mejor forma de aprender y evolucionar sin tener que pagarme un MBA o algo parecido era trabajar por temporadas fuera de mi país. Esto me permitió poder disfrutar, trabajando y aprendiendo, en ciudades como Lisboa, París, Londres o Helsinki.

Creo que la experiencia más enriquecedora personal y profesional fue Finlandia (échale un vistazo a las “Helsingfors Series” de este blog, donde comento algunas curiosidades de este período). Trabajaba en las oficinas de Fjord en Helsinki, que aún no tenía ni sede en Madrid. Para empaparte de su cultura de empresa tenías que pasar casi necesariamente por territorio finlandés.

Durante mi estancia allí, para un foráneo como yo, todo era duro: la soledad, el frío, la oscuridad, el idioma… Aparte, claro está, del trabajo que desempeñaba, que también tenía su aquel.

Para paliar todo esto, la pinta de cerveza con los colegas de trabajo era tu mejor aliado. Y fue en estos garitos donde empecé a escuchar “Sisu“. Esta palabra no tiene traducción directa en nuestro idioma, y es muy probable que en el idioma finlandés tampoco, pero se ha convertido en un símbolo nacional: Sisu es una marca de camiones finlandesa, el nombre de uno de sus rompehielos, una marca de chocolate, el nombre de un monumento y así hasta lo que uno pueda imaginar.

“Sisu” es tenacidad, también es valentía y coraje, es la habilidad de seguir luchando cuando la mayoría desiste, de luchar con la esperanza de ganar, es lo que aquí denominaríamos “tenerlos bien puestos”, pero un “tenerlos bien puestos” a nivel nacional, que forma parte de la identidad del pueblo. “Sisu” es, en definitiva, el espíritu finlandés. Y probablemente lo que les ha hecho grandes en el mundo.

Recuerdo que cuando volvía a España me sentía raro, quería encontrar algunas similitudes de ese “Sisu” aquí en nuestro país, pero ni rastro. Es más, tenía la sensación de que existía algo diametralmente opuesto: esa queja continua con el “todo va mal” por delante que siembra todas las capas sociales de nuestro pueblo. Pensé (iluso de mi) que con el avance de esta crisis esta mentalidad cambiaría, y que poco a poco uno iría notando ciertos cambios en cuanto al modo de ver las cosas.

La mala noticia es que, cuando algunos medios se atreven a ponerle fecha final a esta crisis, uno comprueba que nuestra mentalidad continua intacta. Ni rastro de ese bendito “Sisu”. Aunque claro, en caso de que este fenómeno se manifestara por estas latitudes no sería una señal de identidad nacional, sino regional. Tendríamos un “Sisu catalán”, otro “Sisu vasco”, otro gallego y así. Pero ya me meto en otros berenjenales.

Esto es lo que nos ha tocao, qué le vamos a hacer.