Experiencia de usuario en start-ups: esa fina capa transparente
La semana pasada tuve la oportunidad de participar como ponente en el Iniciador de Ciudad Real (desde aquí reitero mi agradecimiento a la excelente organización).
Mi intención era darle a la charla un enfoque diferente, ya que en principio tenía frente a mi a emprendedores y no a especialistas del sector en sus diferentes vertientes. La siguiente imagen fue un excelente recurso para orientar el discurso:
Si observáis atentamente, se trata de un cartel colocado en la luna de un coche ofertando la venta del vehículo, de un vecino que tengo al lado de casa. El propietario tuvo la idea de incluir esas pequeñas tiras de papel para que cualquier persona interesada pudiese coger el número de teléfono y llamar más tarde. El único detalle es que dicho cartel estaba colocado por detrás de la luna del vehículo. De esta manera se generaba una fina capa transparente que impedía a cualquier peatón poder hacerse con la mencionada tira de papel con el teléfono: una metáfora perfecta de cómo la falta de interacción (algo tan intangible y casi transparente) puede llegar a limitar un negocio (en nuestro caso, orientado en Internet).
Trabajar para start-ups me está haciendo ver la cantidad de recursos que se pierden (y el stress innecesario que se genera) por no tener una interfaz correctamente definida. Me sorprende la cantidad de ideas que empiezan con el tándem “emprendedor diseñando las interfaces a golpe de Word o PowerPoint” y el “desarrollador diseñando el no-diseño que ha generado el emprendedor”. Frases como “darle un espacio de dos “Enters” para separar elementos dentro de la interfaz me han dejado marcado… En estas situaciones son dos personas las que diseñan: el emprendedor y el desarrollador, que trata de traducir la propuesta del emprendedor. Cuando lo lógico es que cada uno se dedique a lo suyo, uno hacer negocio y otro montar la estructura de desarrollo, dejando el diseño de interfaz para quien sabe del tema.
Afortunadamente, emprendedores destacados de nuestro país lo tienen bastante más claro, y están empezando a hacer notar la importancia de tener a un especialista en diseño de interfaces en los negocios que se crean en Internet: François Derbaix, Oscar Matellanes o Jesús Encinar son claros defensores de esta posición.
A veces pienso que este rechazo a considerar a un especialista puede surgir por el esos títulos tan confusos que sólo los que nos dedicamos a esto conocemos (a veces ni eso). Si te dedicas al diseño de interacción seguramente te hayas encontrado en la situación de tener que dar detalles más específicos sobre tu profesión. Seguro que ya intuyes la cara torcida de esa persona con quien conversas cuando mencionas palabrejas como interacción, usabilidad o experiencia de usuario.
Si se dan estas situaciones de este tipo a lo mejor es porque nos hemos dejado llevar por un título que no es fácil de entender, que no transmite la idea del valor que aporta. Y para mi es como tirarte piedras contra tu propio tejado: no es posible que un profesional que se dedica a simplificar procesos se describa a uno mismo con un título tan marciano para los profanos, derivado del inglés. ¿No sería más sencillo que nos describiéramos como “Expertos en facilidad de uso” o algo por el estilo? Pero esto ya es carne de otro post, que se me va de las manos el teclado…