(…) Un automóvil tarda en desarrollarse de 3 a 5 años, con una larga fase final de ensayos para cumplir regulaciones y puesta en marcha de la producción. Esto hace que, en el mejor de los casos, la interfaz sea diseñada 2 años antes del lanzamiento. Sólo compañías atípicas como Tesla pueden permitirse ir más rápido.
Por ejemplo, el sistema de infotainment más avanzado de Audi que ha llegado a sus modelos este año, utiliza un chip Nvidia Tegra 3, que debutó con una tableta Asus en 2011.
El artículo que Alberto Zamarron escribió hace unos meses sobre el retraso que llevan las interfaces automóviles no tiene desperdicio alguno. Disfruté como un enano leyéndolo varias veces.
Pero una cosa es la tecnología que portan estos vehículos y cómo se vuelca sobre una interfaz y otra muy diferente es aplicar unos criterios básicos (insisto en esta palabra: básicos) de diseño de información. Teniendo en cuenta especialmente que estamos hablando de un contexto de uso donde la tarea principal no es el consumo de información, sino conducir. Y que la lectura del salpicadero debe ser lo más limpia y clara posible.
Hace unas semanas hice un viaje de Lyon a Ginebra a bordo de un impecable Renault Scenic, modelo 2015, de Febrero concretamente. Más allá de las comodidades que ofrece un coche moderno, hubo algo que me llamó la atención especialmente: su salpicadero digital.
Como no sabía por dónde empezar decidí hacerle una foto y con más tranquilidad hacer un análisis de andar por casa, de los detalles que más me llamaron la atención. Veamos:
Soy consciente de que opinar cuando uno no conoce los entresijos del proyecto es fácil. Pero, entre nosotros, ¿no creéis que alguien sin nociones de diseño podría haber hecho algo al menos igual? Zamarron comentaba en su post que la interfaz automóvil suele estar diseñada al menos dos años antes con respecto al lanzamiento del vehículo. Incluso dándole cuatro o cinco años, me cuesta creer que en el 2010 no se pudiera diseñar algo teniendo en cuenta los principios básicos de diseño.
Aquí ni siquiera menciono las enormes posibilidades que puede ofrecer una interfaz digital en la lectura de un salpicadero digital del año 2015. Por poner un ejemplo de algo sencillo, que comenté hace unos cuantos años:
Espero que pronto las interfaces digitales en vehículos empiecen a tener en cuenta este tipo de aspectos. Estoy deseando meterme en un proyecto así.
Hola, majo. Totalmente de acuerdo. Y el mismo deseo. Mi caso es más grave, si consideramos las posibles consecuencias de un accidente al volante. Acabo de estrenar coche, un modelo nuevo que aún no se ve en las carreteras. La parte digital de la información presentada al conductor, (calculo más de un 95% de las posibilidades de visualización pero menos de un 35% de las necesidades concretas de información para la conducción) presenta unas posibilidades de interacción cercanas a la incompatibilidad con la vida. Eso sí, con bastante respeto a los principios básicos del diseño. Intentaré ampliar información próximamente…
Hola Juan.
Llama la atención que en bienes relativamente caros y de gestación y vida largas como los automóviles, se sea tan poco cuidadoso con elementos fundamentales para la experiencia de uso.
Algo parecido sucede en ciertas equipamientos y máquinas-herramienta que cuestan centeneras de miles de euros, cuando no millones, pero cuyos paneles de control parece estar concebidos por el enemigo. Por algún motivo la ergonomía cognitiva sigue siendo el hermanito pobre en el proceso de desarrollo de tantas cosas.
Por mi parte disfruto mucho del interior de mi Saab 900 de 1991. Todo analógico, como corresponde a la época, y muy bien diseñado desde el punto de vista del factor humano.
Me ha gustado mucho descubrir tu blog. Si te interesa la atención al detalle, como intuyo, me permito sugerir que le eches un vistazo a mi blog Finura (http://finura.co).