Después de estudiar varios años en Lisboa, desarrollé gran parte de mi trabajo en Madrid, durante 8 años. Allí conocí a gente maravillosa con la que todavía tengo la suerte de seguir vinculado y, en ocasiones, de trabajar junto a ellos.
Pero la gran ciudad me tenía cansado: necesitaba un cambio de aires radical y decidí asentarme en un pueblo del sur. Os podéis hacer una idea: menos alergias, menos contaminación, menos stress, menos transporte, menos ruido… Otro estilo de vida.
Tenía claro que, a partir de ese momento, mi trabajo tendría que ser necesariamente casi todo en remoto. Un reto por un lado, pero también una preocupación bastante recurrente sobre si uno puede ganarse la vida de esta manera hasta que te toque la supuesta jubilación. Justo este mes cumplo 8 años trabajando así y aún hoy sigo con esa preocupación recurrente.
A todos los que nos dedicamos a la consultoría digital se nos caen proyectos, el que diga que no miente. Y siempre te da rabia. Hay muchos motivos por los que un proyecto se cae, pero en mi caso, una parte de ellos se cae por el simple hecho de no tener presencia física en una gran urbe. No vale el ir de cuando en cuando, tiene que ser 100% presencial. Esa rabia, en mi caso, se duplica.
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Todo lo que está sucediendo estas semanas alrededor de la crisis que estamos viviendo por el COVID-19 ha forzado a muchas empresas a “obligarse” a trabajar de forma deslocalizada. Y, de repente, nos vemos atestados de artículos hablando de innovación o transformación digital, o llámalo equis, acompañados de imágenes con mosaicos de personas asistiendo a una conferencia en remoto. Para muchas empresas estas herramientas y esta forma de “teletrabajo” están siendo una sorpresa en positivo, lo estoy viviendo con un proyecto ahora mismo y eso me da mucha alegría, qué queréis que os diga.
Pero es una alegría descafeinada. Parece como si ahora las empresas quisieran hacer un esfuerzo en mostrar su faceta más humana, mostrándonos cómo se adaptan a estos tiempos puntuales que estamos sufriendo. Y digo a descafeinada porque temo (como intuyo que muchos del sector) que cuando todo esto acabe, todo volverá paulatinamente a lo mismo, al presencialismo para tomar decisiones o “idear”, echando pestes del remoto por la falta de contacto físico.
Paradójicamente, estamos viviendo el mejor momento para demostrarnos como sociedad que las cosas se pueden hacer bien (o mejor) de otra manera. De darnos cuenta de que innovar y transformarse digitalmente *también* es conciliar mejor la vida personal y laboral, trabajar sin que uno tenga que mirar la hora de entrada o salida o de explorar herramientas que funcionan *la mar de bien* para poder trabajar desde cualquier sitio sin tener que estar sentado todos los días en tu oficina. Con esto no quiero decir que todo tenga que ser así tooodo el rato, yo mismo echo de menos el ambiente de oficina, pero cuando es necesario.
Hay otras definiciones sobre innovación, cientos de ellas, seguro. Pero para mí, las que ponen por encima de todo a los humanos en lugar de a las empresas son las mejores, sin duda.
¿Tenéis la misma alegría descafeinada que yo? Si no, compartid esas razones. Estoy deseando leerlas.
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Seisdeagosto.com es el proyecto personal de Juan Leal. Un estudio desde donde ayudo a las empresas a reducir su complejidad digital, para que los humanos tengamos una vida más sencilla, con la tecnología a nuestro servicio. Llevo involucrado en el diseño de productos digitales y la Experiencia de Usuario desde hace más de 15 años (prácticamente desde los inicios en nuestro país). Fui director de producto en idealista.com. Me licencié en Ergonomía y Factor Humano por la Universidad Técnica de Lisboa (Faculdade de Motricidade Humana), aunque también he realizado cursos especializados en la Sloan School del MIT, con Edward Tufte o el Nielsen Norman Group. Si tienes algo que contarme será un placer leerte: juan {arroba} seisdeagosto.com
Exactamente la misma alegría descafeinada. La misma!